Ricardo Arjona - Escribir una canción
como quieren ir deprisa los que asumen,
que es un acto fisiológico y mundano,
como hacer la digestión y crear desechos.
Escribir una canción es crear tormenta,
en el corazón del que la pare con dolores,
es un acto irreverente y solitario,
como lo es la confesión de un condenado,
es ir al cielo y abrir la puerta,
meterse al cuarto de un Dios noctambulo,
y esperar a que este dormido,
para robar algún verso suyo,
salir despacio y sin dejar huella,
y conspirar contra el gran peligro,
de que se enteren que un Dios bohemio,
es el autor de lo que compartes.
Si escribí por escribir algunas veces pa’,
aumentar el inventario en la despensa,
si un encargo me obligo al sacrilegio,
de sentirme un arquitecto de emociones.
Si escribir una canción no es ejercicio,
que mejora con la practica y el tiempo,
es pegarle un bofetón a la rutina,
y rasgarle la piel a lo imposible,
es ir al cielo y abrir la puerta,
meterse al cuarto de un Dios noctambulo,
y esperar a que este dormido,
para robar algún verso suyo,
salir despacio y sin dejar huella,
y conspirar contra el gran peligro,
de que se enteren que un Dios bohemio,
es el autor de lo que compartes.
Que quede claro que las canciones,
se las robamos a un Dios dormido.
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