No cupo el ombligo en su blusa,
falda bonsái paletón,
curvas de montaña Rusa,
medias de blanco algodón.

Te mueres en la banqueta,
con tu piel de celofán,
y un albañil se hace poeta,
y un soldadito capitán.

Y ella sabe que la miro,
y yo sabiendo que ella sabe,
meto el amor en un suspiro,
si es que un suspiro cabe.

Donde termina su espalda,
es donde empieza el desvelo,
mínima tela en su falda,
la noche duerme en su pelo.

Cada verso que le escribo,
es cada beso que me debe,
cada sorbo de un suspiro,
y si me acerco retrocede.

Y ella sabe que la miro,
y yo sabiendo que ella sabe,
meto el amor en un suspiro,
si es que un suspiro cabe.

Tanto pecado pendiente,
en su cintura solar,
mil años luz a su vientre,
es mi distancia a volar.

Y ella sabe que la miro,
y yo sabiendo que ella sabe,
meto el amor en un suspiro,
si es que un suspiro cabe.

PRUEBA ACÁ shuffle