Ricardo Arjona - Ayúdame Freud
buenas tardes, adelante.
Si, en el sofá por favor,
ponte cómodo,
recuéstate, sí.
Vas a pensar que has sido un ave,
que ha estado enjaulada durante toda su vida,
y que hoy está a punto de abrir esa puerta,
la puerta de esa jaula.
Vamos, con confianza,
cuéntame que te pasa.
Ella vive conmigo en mi inconsciente,
ella es dueña de mi pasado y mi presente,
su morada es mi falta de seguridad,
y su comida mi ansiedad,
ayúdame Freud.
Ella pisa cada uno de mis pasos,
bebe el vino junto a mí y del mismo vaso,
ella es la mujer perfecta que me construyó mama,
Y está jodiendo mi psicología,
ayúdame Freud.
Será doctor,
que el chaleco de fuerza,
aún sigue atando mi cordura,
que mis complejos aun no rasgan su costura,
o será que la mujer que me construyo mama,
es de muy grande de estatura.
Será doctor,
que pido mucho o que me conformo con poco,
que sigo cuerdo o estoy totalmente loco,
o será que la vida no es otra cosa,
que un racimo de antojos.
Y la que paga los platos rotos,
siempre es ella,
la de adeveras,
la que me cuida,
la que me entibia mis noches de tanto frío,
la que me espera,
la que me aguanta,
la enemiga del fantasma en mi cabeza.
Me la construyeron puritana e inteligente,
buena para la cocina y muy decente,
tan irreal que existiría en mi mente y nada mas,
pero insisto en compararla con ella,
ayúdame Freud.
Si usa la falda muy corta habrá un problema,
pues la chica en mi cabeza es de otro esquema,
si se le ocurre una idea,
habrá que ver que dice ella,
y se siente como la mierda,
ayúdame Freud.
Será doctor,
que el chaleco de fuerza,
aún sigue atando mi cordura,
que mis complejos aun no rasgan su costura,
o será que la mujer que me construyo mama,
es de muy grande de estatura.
Será doctor,
que pido mucho o que me conformo con poco,
que sigo cuerdo o estoy totalmente loco,
o será que la vida no es otra cosa,
que un racimo de antojos.
Y la que paga los platos rotos,
siempre es ella,
la de adeveras,
la que me cuida,
la que me entibia mis noches de tanto frío,
la que me espera,
la que me aguanta,
la enemiga del fantasma en mi cabeza.
Será doctor,
que esto me pasa solo a mí,
o a todo el mundo…
Y el doctor me contestó,
no hay quien se salve de este asunto.
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