Empezó de cero a ser lo que querían:
las muñecas, y dar siempre la razón.
La obediencia y la ternura le decían
que ser rebelde era un asunto del varón.

Y empezaron a romperse los botones,
y una curva que no estaba apareció.
Un escote en lugar de los listones,
y la niña, aquella tarde, se perdió.

Es mujer porque lo siente en todas partes,
porque Venus se lo dijo aquella vez.
No le digan que no puede; sabe arañar cuando no quiere
y también cuando lo quiere un poco más.

Ella,
ella,
ella es mujer porque lo siente al respirar.

Su primera vez fue un fiasco inolvidable,
que duró lo que un bostezo en un sillón.
Sin pericia, el sexo es tan desagradable,
que quedó buscando alguna explicación.

Ser sutil, se lo aprendió a las mariposas,
y el amor lo conoció en la decepción.
La engañó el mismo que le mandaba rosas.
Está hecha de tanta equivocación.

Es mujer porque lo siente en todas partes,
porque Venus se lo dijo aquella vez.
No le digan que no puede; sabe arañar cuando no quiere
y también cuando lo quiere un poco más.

Ella,
ella,
ella es mujer porque lo siente al respirar.

Siente como dardos las miradas entre damas, mientras gritan: «¡Solidaridad!».
Tiempo de resaca en la ventana, vientos grises.
Qué difícil es vivir con la verdad.
Ella no es ni débil ni enemiga,
y el amor fue siempre lo mejor que le pasó.

Es mujer porque lo siente en todas partes,
porque Venus se lo dijo aquella vez.
No le digan que no puede; sabe arañar cuando no quiere
y también cuando lo quiere un poco más.

Ella,
ella,
ella,
ella,
ella es mujer porque lo siente al respirar.

Es mujer y se defiende como puede.
No es tan fácil desplazarse por ahí.
Ni enemiga, ni domada, ni con miedo.
No es panfleto, ni venganza, ni rencor.
Solo mujer.