Ricardo Arjona - Motel revolución
El dueño comunista jubilado
Borró a Fidel y al Che de la pared.
Mutó a capitalista enamorado,
hizo un motel.
Se construyó unos cuartos pa’l pecado,
espejos en el techo y la pared.
«Termina lo que nunca has empezado»,
decía el cartel.
Pisos de losa,
techos de luz,
toallas de rosas,
clavos sin cruz.
Pudimos encontrar la solución
en la parte de atrás de aquel Renault,
pero el destino canta su canción
y le agrega un bemol a la ecuación:
la historia del Motel Revolución.
Ella era la novia inmaculada
de misas y primera comunión.
Si hablabas de un brasier, se persignaba.
¡Ay, perdón!
La convencí un domingo de febrero.
Entramos al motel y me miró.
Me dijo: «Te tardaste, caballero»,
y suspiró.
Fuera la ropa,
tócame aquí,
sirve una copa,
mírate ahí.
Pudimos encontrar la solución
en la parte de atrás de aquel Renault,
pero el destino canta su canción
y le agrega un bemol a la ecuación:
la historia del Motel Revolución.
Se conocía el motel de pies a rabo,
puso porno en la televisión.
Llamaba al camarero por Gustavo.
¡Qué intuición!
La vi haciendo acrobacias en el piso,
pidiendo porros a la habitación,
armándose su propio paraíso.
¡Qué lección!
Mira en la tele,
házmelo así,
suave, que duele,
lo hago por ti.
Pudimos encontrar la solución
en la parte de atrás de aquel Renault,
pero el destino canta su canción
y le agrega un bemol a la ecuación:
la historia del Motel Revolución.
Pudimos encontrar la solución
en la parte de atrás de aquel Renault,
pero el destino canta su canción
y le agrega un bemol a la ecuación:
la historia del Motel Revolución.
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